El perfeccionismo es el peor enemigo de la innovación

Jorge Peralta
4 min readNov 29, 2020

El mundo de la empresa ha construido una narrativa alrededor de la eficiencia. Sin duda la eficiencia es indispensable en la configuración de la economía moderna, sin costos razonables es difícil competir; sin embargo el propósito último de la eficiencia la generación de márgenes y utilidades en cualquier circunstancia

El mundo de la eficiencia parte de la base, de que los precios se mantienen estables en un escenario de poca diferenciación, de poco cambio, de poca oportunidad de destacar, dejando a los volúmenes que genera el crecimiento inercial de la economía la responsabilidad de la generación de riqueza. En ese mundo sólo las grandes empresas que logran economías de escala son las que tienen posibilidades de sobresalir, y las chicas aspiran a crecer inercialmente en sus mercados locales.

Ya desde finales del siglo XX y con mayor profundidad en el siglo XXI, la economía ha dado un vuelco para priorizar la generación de valor, analizando con más detalle la relación precio-valor y valores intangibles que van directamente a recoger preferencias específicas de ciertos segmentos. Entre mayor sea el valor percibido, más dispuesto estas para pagar más, abriendo la posibilidad a que sean otros factores, diferentes a la eficiencia, lo que impulse a las organizaciones a generar beneficios sin requerir de grandes volúmenes de facturación.

En el mundo del siglo XXI ya no se necesita ser una gran organización para competir, para ganar la preferencia de los consumidores; el mercado siempre esta dispuesto a pagar más cuando percibe un valor diferencial. Esa posibilidad esta abierta a todos, y depende más del talento de las personas que del tamaño de las organizaciones, representando una gran oportunidad para renovar la actividad empresarial con modelos de negocio innovadores que tengan la virtud de moverse más rápido que los grandes y así ganar la preferencia de los consumidores.

Conocer las preferencias de los clientes, adelantarse a sus necesidades, ir más allá de lo evidente requiere de una forma de pensar diferente, que no esta alineada siempre con la eficiencia. La eficiencia se logra por rutas diferentes, por la ruta de la repetición, de recorrer una y otra vez lo que ha demostrado ser eficaz. Los sistemas de calidad ayudan a que las organizaciones se mantengan en el carril de lo que ha funcionado bien, logrando reducir los errores, aprendiendo a través de la mejora continua, reduciendo sus fallas hasta tenerlas bajo control.

La eficiencia es el resultado de la mejora continua, pero ¿Qué sucede si queremos intentar cambios, si descubrimos nuevas oportunidades, si los clientes cambian su preferencia o si existen segmentos con otras necesidades? ¿Cómo mantener la eficiencia de la operación actual pero también intentar satisfacer otras necesidades de forma simultánea? Los criterios de eficiencia de la explotación del modelo de negocio actual son diferentes a los criterios con los que se descubren oportunidades.

En organizaciones maduras, que tienen departamentos de calidad y usan como práctica común los procesos de mejora continua, pueden suponer que esos mismos criterios son los adecuados para llevar sus procesos de innovación y desafortunadamente están en un error. Dejar la responsabilidad de mejora continua (calidad) e innovación bajo las mismas cabezas, es una apuesta de riesgo sino se logra diferenciar claramente el ámbito de cada una porque se trata claramente de procesos de naturaleza diferente.

La mejora continua es esencialmente diferente a la innovación porque parte de principios diferentes, la mejora continua busca acercarse a la meta prevista reduciendo las diferencias contra lo planeado ya que se conoce anticipadamente el resultado buscado. En el mundo de la innovación se tiene claridad respecto a lo que se busca, pero se comienza a recorrer la ruta del desarrollo de proyectos en medio de la incertidumbre. Las tesis de innovación son un buen marco de referencia para contener los proyectos, pero es la experimentación la que determina el resultado al que se llegará en cada proyecto y es el conjunto del portafolio de proyectos el que se busca maximizar.

La perfección que busca la eficiencia como criterio de actuación, no siempre es la más adecuada cuando de lo que se trata es de descubrir nuevas oportunidades. Para adentrase a encontrar esas necesidades no evidentes de los diferentes segmentos de clientes, implica intentar, probar, equivocarse, pivotear, recomenzar; esperar a que todo este perfecto es no empezar. Prototipar, equivocarse y aprender rápido para pivotear es la clave para avanzar en un mundo que no está en las certezas sino en un territorio donde no sabemos lo que no sabemos.

La eficiencia, indispensable para el mundo de la explotación, no debe aplicarse bajo la misma lógica en el mundo de la exploración, requiere otros parámetros, otros criterios, otra forma de verse. La innovación requiere de otros criterios de éxito, no la perfección, no la eficiencia absoluta sino una visión de conjunto con un portafolio de proyectos que considere que no todos se implementarán y que no todos tendrán el éxito esperado.

No se trata de decir que la eficiencia y la mayor perfección posible no aporta a las organizaciones; lo que no aporta es usarla como criterio en el lugar equivocado porque se convertiría en un perfeccionismo que no suma. Por esta razón, el perfeccionismo es el peor enemigo de la innovación.

Jorge Peralta

@japeraltag

www.idearialab.com

@idearialab

--

--

Jorge Peralta

Ayudo a empresas a crecer y transformarse mientras operan su modelo de negocio actual Intrapreneurship&Corporate Innovation Expert / CEO Idearia Lab