La innovación, como el amor, requiere de tiempo y presupuesto

Jorge Peralta
4 min readFeb 14, 2021

Dice un viejo dicho popular que “no existe la falta de tiempo, existe la falta de interés porque cuando la gente realmente quiere, siempre hay tiempo”.

¡Qué gran verdad!, si algo se encuentra en nuestras prioridades encuentra tiempo en nuestra agenda. Lo mismo pasa en la organización cuando ponemos una meta, un propósito, un objetivo claro, si es verdaderamente importante ocupa un espacio en la agenda y también en el presupuesto; y cuando no, pues no.

Es común que en las organizaciones se dedique mucho tiempo a resolver lo inmediato, lo que nos ocupa de forma cotidiana, lo “urgente” del momento, porque la operación nos absorbe, el día a día ocupa la mayor parte de nuestro tiempo para convertirse en rutina, en acción automática. Son tan importantes las rutinas que existe un esfuerzo importante por sistematizar, por repetir, por hacer lo mismo una y otra vez para buscar la perfección, para lograr ahorros y eficiencias, para no depender de las personas o más bien para depender lo menos posible del error humano.

Sin embargo, hace unos meses llegó un evento externo como la pandemia del COVID-19 para cambiar muchos de nuestros hábitos y costumbres, rompiendo el status quo en muchas organizaciones. Ahora que es importante pensar y repensar, algunos sólo han aprendido a repetir y a perfeccionar el día a día sin cuestionarse nada sobre el futuro y sobre lo que sucede fuera, mirando hacia dentro sobre cómo perfeccionar lo que hacían. Esas organizaciones que dejaron de ver hacia delante la están pasando mal porque su primera reacción fue esperar “a que todo esto terminara”, pero ya van 11 meses y no se ve para cuándo terminará.

En algunos países sus gobiernos han impulsado el otorgar importantes apoyos para paliar los efectos de la pandemia y que muchas organizaciones no mueran para sostener el empleo y su economía. En México como en otros países del mundo, donde la empresa no es apreciada en toda su dimensión y aporte a la sociedad, la tendremos que librar sin esos apoyos. Solo nos tenemos a nosotros mismos, donde empresarios y consumidores tendremos que salir adelante cambiando lo que tengamos que cambiar para salir adelante.

Cuando las organizaciones están en continua evolución no esperan a que los cambios del entorno provoquen cambios en su modelo, más bien su modelo va evolucionando y en algunos casos se adelanta al entorno para atender necesidades no satisfechas, para ir por delante resolviendo temas que incluso los clientes no saben como explicar con claridad. Esas organizaciones están evolucionando todo el tiempo con flexibilidad, manteniéndose en un estado “beta” sin dejar de operar muy bien su modelo actual, esas son las organizaciones ambidiestras.

El cambio siempre tiene resistencia porque al cerebro le gustan las rutinas y a las organizaciones con liderazgos tradicionales prefieren estructuras que les permitan mantener el status quo; pero en un mundo líquido donde todo cambia, no queda otro camino que moverse con la doble lógica de operar el hoy y construir el mañana de forma simultánea.

Por este cambio constante y esa necesidad imperiosa de creación-adaptación se requiere que la innovación tenga su espacio, su presupuesto, su foco, su estructura, su lógica propia conviviendo con la eficiencia operativa. Habrá momentos donde se privilegie un foco u otro, pero ambos conviviendo de forma simultánea, buscando esa ambidiestralidad. La innovación requiere de tiempo, presupuesto y método que permita hacerla realidad, no basta con tener buenas ideas, sino convertirlas en negocios rentables que permitan, no sólo recuperar lo que se invierte en innovación, sino construir esos “motores” que permitirán a la empresa perdurar en el tiempo.

“Obras son amores y no buenas razones”, muchas organizaciones no logran ir más allá del discurso innovador políticamente correcto, donde las palabras hablan de cambio, pero en el fondo no se quiere cambiar sino mantener el status quo; las que celebran ese discurso engañoso de que queremos que todo cambie para dejar todo en su sitio. Las empresas que confunden el cambio real con el teatro de la innovación, cuando las palabras no corresponden con la realidad, esas morirán irremediablemente.

La innovación para que verdaderamente tenga impacto en los resultados de la organización, requiere de dedicación, de tiempo, de esfuerzo intelectual, de espacio en la mente de los directores. En ocasiones requiere también de un espacio propio en la estructura porque si no hay esfuerzo constante, apoyados en un método y en profesionales del tema, termina confundiéndose con mucha facilidad. Los típicos ejemplos de áreas de innovación que terminan en el rincón del área de RRHH o la de martketing, porque se confunde el proceso de innovación con el proceso creativo que debería formar parte de cada área funcional.

Innovar es poner el futuro en la agenda del presente y ponerlo con sentido a través de un presupuesto que refleje la realidad de las prioridades, porque esta claro que cuando un la innovación no tiene espacio, cuando no se le dedica tiempo y presupuesto, le sucede lo mismo que al amor humano, morirá irremediablemente con consecuencias funestas para la organización: la innovación se desprestigia y se vacuna a la organización ante cualquier cambio necesario, comenzando la ruta de la muerte lenta.

En un mundo de tantos cambios acelerados de forma constante, la innovación es una capacidad necesaria que requiere tiempo y presupuesto. Así que cuando alguien te presuma que su empresa es muy innovadora podrás preguntarle como prueba de fuego: ¿Cuánto tiempo y cuanto presupuesto le dedicas a innovar? Será un buen termómetro que te permita ver si se trata de algo real o solo un buen discurso porque como decía el refrán popular: “no existe la falta de tiempo, existe la falta de interés porque cuando la gente realmente quiere, siempre hay tiempo”, y yo añadiría, presupuesto.

Jorge Peralta

@japeraltag

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Jorge Peralta

Ayudo a empresas a crecer y transformarse mientras operan su modelo de negocio actual Intrapreneurship&Corporate Innovation Expert / CEO Idearia Lab