Los jóvenes también se vuelven obsoletos si dejan de aprender
En muchas organizaciones se desarrollaron planes para 2021 que no sabían a ciencia cierta si se harían realidad porque nadie sabía lo que pasaría con la pandemia; si se abriría la economía en un corto plazo, si permanecería el confinamiento, y aún con esa incertidumbre fue necesario avanzar. Los cambios son la constante en nuestro tiempo y debemos prepararnos para vivir con esa incertidumbre sin tanta incomodidad.
Nos estamos acostumbrando a un mundo que se mueve a velocidad vertiginosa y que sucedan cambios en nuestros clientes, en nuestros competidores, en nuestra industria, en nuestra ciudad. Difícilmente se podría prever, la duración y el impacto que esto traería a los hábitos del consumidor y como consecuencia a tu modelo de negocio. La incertidumbre llegó para quedarse.
Cambios, cambios y más cambios. Esto que sucede en la empresa y también sucede a nivel personal; muchas personas se prepararon para un mundo que ya no existe, en el que cambiaron las premisas, en el que algunas profesiones están por desaparecer y han surgido nuevas. Algunas personas veían su graduación con un punto final a su preparación y no como un nuevo comienzo. La realidad los ha enfrentado crudamente: el mundo cambio y lo construido anteriormente pasará por un momento de adaptación.
Durante mucho tiempo se ha confundido la formación académica con el aprendizaje real, pasar muchos años en el aula no significa necesariamente preparación, las calificaciones de excelencia y los títulos tampoco. En ocasiones, el aprendizaje del aula es conocimiento duro del pasado que ya no aplica, o que al menos ya no es un sustento sólido para la realidad actual. Los criterios de contratación han cambiado de tener un énfasis en el currículum, es decir los estudios y la experiencia, a poner mayor énfasis en la capacidad de aprendizaje y transformación. Los éxitos del pasado no son garantía de los éxitos futuros.
Los que tienen la función de encabezar equipos, de estar en puestos donde se requiere liderazgo no deben comprometerse sólo con el resultado sino también con la facilitar la formación y crecimiento de su equipo. Se vuelve obligatorio aprender junto con ellos, de encontrar mejores formas de resolver problemas, para mantener la capacidad de generar valor en el tiempo; tiempo de asegurarse el obtener la rentabilidad futura mientras se trabaja en la presente, ambas a la vez.
¿Cómo se entenderá entonces, qué en algunas compañías, la formación de su personal se realice fuera de horarios de trabajo o con cargo al personal, porque no quieren invertir ni tiempo ni dinero? ¿No tendría que ser parte de las funciones ordinarias prepararse para lo que viene para servir mejor a la organización y a sus clientes? ¿Qué pensar de una organización donde no hay agenda y presupuesto para el futuro? ¿Qué pensar de quien busca a toda costa maximizar la rentabilidad presente a costa del futuro?
El aprendizaje para cada organización tiene características particulares, de ordinario es una mezcla de preparación formal con los aprendizajes generados por el trabajo mismo que se convierte en un espacio para practicar, para probar, para experimentar y para fracasar con bajo riesgo para todos. El aprendizaje baja el riesgo de obsolescencia de la organización y también impulsa el desarrollo de las personas, porque sin el ambiente adecuado, sin la capacidad de experimentar y sin los incentivos adecuados las organizaciones no avanzan por no contar con un ambiente propicio para la innovación.
El aprendizaje necesita de espacios de tiempo y espacios físicos que faciliten el interés y el aprendizaje real. También el ambiente adecuado donde las personas no sean mal vistas por dedicar parte del tiempo del horario laboral en aprender. La mayor parte de las labores que agregan más valor necesitan preparación y renovar continuamente el conocimiento específico que multiplica las capacidades existentes en las personas. El aprendizaje es vital para cualquier organización y como tal se debe cuidar, medir, fomentar y premiar.
Algunos piensan que al graduarse y al obtener su título universitario han terminado sus horas de estudio, que ha llegado el momento de poner en práctica lo aprendido. En realidad, y de eso tenemos experiencia casi todos, la vida profesional nos depara un nuevo aprendizaje que complementa el aprendizaje formal, en ocasiones lo matiza, lo enriquece o incluso logra sacarnos de algunos paradigmas que aprendimos en las aulas. A partir del arranque de la vida profesional se puede y se debe aprender cosas nuevas que nos lleven, a la persona y a la organización, a mantener una oferta renovada frente al futuro.
También en la juventud puedes caer en la obsolescencia, aunque hayas terminado tus estudios universitarios, sino le dedicas decididamente tiempo y recursos a tu preparación de forma constante rápidamente quedarás obsoleto. Poner el aprendizaje en el centro de la ecuación permitirá a las personas y a las organizaciones avanzar, adaptarse y prepararse continuamente para el futuro.
Para lograr esa conexión entre el negocio y el aprendizaje es necesario tener un propósito y medir que vayamos lograrlo los objetivos. Los indicadores no deben ser el repositorio de nuestra burocracia, sino señales claras de la forma en la que vamos avanzando con los objetivos planteados y en su caso hacer los ajustes pertinentes. Los indicadores no solo deben ser de temas financieros sino también de cómo se va preparando el equipo para responder a los requerimientos presentes y futuros.
Aprender para el presente y para el futuro, la clave esta en buscar la formación necesaria para complementar los aprendizajes que podemos obtener la empresa; lo verdaderamente importante será no detener el aprendizaje, adaptarse a los tiempos que vivimos que son muy retadores y llenos de oportunidades. También los jóvenes se pueden volver obsoletos si dejan de aprender.
Jorge Peralta
@japeraltag
@idearialab
